De nuevo estamos en primavera, el mes de las flores. En realidad en el calendario estacional figura el 21 como el día en que comienza la estación primaveral, pero por doquier los árboles y las plantas ornamentales ya comienzan a florecer. Es la madre naturaleza que sigue regalándonos su esencia de color y de aroma, como invitándonos a llenar nuestra vida de incomparable natural pureza al tiempo de aspirar las fragancias de las flores del tajy, y de los azahares. Para quienes habitamos la ciudad capital y sus alrededores, es una bendición que durará solo un tiempo y pasará.
Porque luego volveremos a nuestra realidad que cuando el viento sopla desde el sur, ningún habitante de Asunción y sus alrededores dejará de olfatear el efluvio de Cateura, que por esa peculiaridad de los paraguayos, de no hacer y dejar pasar todo, lo soportamos en cómplice silencio. Alguien dijo que el hombre es un animal de costumbre. los que vivimos en los barrios, con frecuencia aspiramos la pestilencia, producto de las basuras con que tropezamos en cada acera y en cada esquina, y a veces hasta con animales muertos que quedan por el camino deshaciéndose en las ruedas de los automóviles, y hasta nos acostumbramos a esta irracional manera de vivir.
Pasada la primavera, seguirá nuestra rutina, todavía florecerá el Tajy, el Pata de buey y otras bellezas que nos prodiga la naturaleza, y los habitantes de la madre de ciudades, continuaremos aspirando el aire contaminado de una ciudad en decadencia, por la inoperancia de quienes asumieron responsabilidades para las cuales no están preparados o simplemente no tienen la voluntad.
Los ciudadanos seguiremos plagueándonos por los baches, por los mataburros que llenan las calles de Asunción, y cuando a nuestros pasos tropezamos con algún bulto en bolsa de polietileno, por lo general negro, nauseabundo, sabremos con certeza, que se trata de un perro muerto que algún vecino inescrupuloso allí lo depositó; con el índice y el pulgar cerraremos nuestra nariz, para evitar el putrefacto olor y seguiremos nuestro camino, pasarán los días y les puedo garantizar que eso seguirá en su lugar.
Ojala, la primavera no sea solamente el mes de las flores y el renacer de los árboles. Ojala, empecemos los ciudadanos junto a la primavera, la gran limpieza que requiere urgente esta nación, y no hago solamente referencia a Cateura y a las basuras que por doquier se acumulan, sino a la gran limpieza moral que nos salvará de la podredumbre que contamina la vida de esta querida y sufrida nación.
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