lunes, 24 de septiembre de 2012


   Carta para mi hijo Jorge


Hace exactamente 30 años de aquel 5 de agosto del año 1981, en que por primera vez abrías tus ojos tiernos, a la luz y al destello de un mundo en donde te estaban esperando las caricias infinitas del más   sublime amor maternal, para empezar a sentir en tu pequeña humanidad, el supremo calor de la vida.
Empezaban a brotar de tu entraña, como llanto, lo que no era otra cosa sino los arpegios de un nuevo misterio como lo es el divino regalo de un nacimiento.
Hoy cumples 30 años, querido hijo, y mi corazón de padre  se estremece de ansiedad y hasta de inquietud. Es que existen tantos obstáculos  en nuestro alrededor y a veces, ya no tengo esa oportunidad de acompañar tus pasos para asegurarme que no vaciles o no pises en falso, porque los padres nunca entendemos y menos aceptamos que nuestros hijos ya han crecido y ya están en condiciones de enfrentar aquellos imponderables de la vida.
Llegará el momento que ni ya tendré la fuerza para sostenerme  firme, y sin embargo, escapará todavía  de mi boca, aquellas recomendaciones a veces hasta impertinentes. Que te dirá: Cuídate, vuelves a hora, manejas con cuidado, no abuses….y otras que jamás lo estaré haciendo porque no confíe en ti, ni lo haré porque dude de tu capacidad para comprender y administrar tu vida o la de tu propia familia, sólo es el celo, propio y natural del amor de un padre.
Muchas veces habré sido injusto y me habré equivocado tantas veces, es que debo reconocer que tuve menos oportunidades que tú, gran parte de mi vida, las calles fueron mis escuelas, y mi maestra, las caídas y los tropiezos, pero  contigo estuve, junto con tu madre,  quizás no tenía para darte todo lo que hubiera querido, pero cuántos te dí, el ejemplo de una vida con muchas limitaciones materiales pero en cambio la plenitud de cuanto luché para que tú, tus hermanos y tu hermana  no volvieran a hollar la misma senda por donde quedaron mi sudor y mis lágrimas. Hoy cumples 30 años, y que bien  has aprovechado los años vivido. Eres un ingeniero.. y, no sabes lo orgulloso que me pongo y a veces, hasta caigo en la redundancia de una aparente vanidad cuando te presento a mis amigos. “Mi hijo el ingeniero” Pero no te imaginas hijo querido la inmensa alegría que esta vanidad provoca, me hace sentir tan grande, me hace sentir mucho más importante de lo que soy. Es que, eso es ser papá. Llegará el día  en que ya no tendré nada que enfrentar, ningún desafío, pero cuánto daría para seguir viviendo el tiempo que sea  y seguir siendo  parte de tus logros, de tus éxitos.
Pero la vida tiene límite, y pasan los años y llegan momentos.
Por eso, ella no es simplemente  el paso de los años, es crecer, es construir con valores genuinos, valores humanos  que se aprecian en kilates. A veces, te sentirás  claudicar pero, siempre tendrás la oportunidad para encausar y reorientar tu proa hacia tus verdaderos objetivos favorecidos por tu Juventud, tu voluntad y tu capacidad profesional pero, no olvides, que ningún objetivo será valorable, si no tiene una finalidad, alimentada o sustentada por el amor.
  Hoy cumples 30 años, y yo tu padre te pido, con todo mi corazón y el más profundo amor que te profeso a ti y a tu hermosa familia, que junto a mi, tu madre y tus hermanos, seas siempre como el factor aglutinante, comprensivo, tolerante, solidario que nos  permita construir aquellos que todavía faltan para consolidar la familia que quiero alguna vez sea, mi más rica herencia.

Con un fuerte abrazo, te digo hijo: -Te amo. Tu Padre    


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