La política, como ciencia y arte para generar el desarrollo de la nación y, como condición para alcanzar el bienestar general, fin del Estado. Con esta premisa me incorporo a través de esta herramienta tecnológica, para emitir mis opiniones, animado por el deseo de cumplir mis obligaciones ciudadanas, aportando mis opiniones, y asumiendo de esta manera, el compromiso de participar en la construcción de una sociedad más justa, más solidaria en donde la coparticipación de los diferentes actores políticos no sean por intereses particulares ni corporativos sino por el interés nacional. Todo ciudadano bien nacido, tiene no solo el derecho de la participación en la construcción de un Estado que depare mejores oportunidades al pueblo en general, sino también, la obligación de empeñar su esfuerzo, en la medida de su capacidad.
La política como medio para asegurar el Botín:
En nuestro tiempo pocos son los que se valen de la política para desarrollar las condiciones para el bienestar
colectivo, existe una personalización sin liderazgo, sólo para consolidar intereses partidarios y esta degeneración de los auténticos fines políticos, es la causante de grandes perjuicios a toda la sociedad nacional, reflejados en las frecuentes violaciones de las leyes, inseguridad ciudadana, una creciente injusticia social, pauperización de las clases más desprotegidas, sistemática pérdida de autoridad de quienes administran las instituciones del Estado, manoseo a las autoridades legítimas y siguen los males, hasta el total desconcierto ciudadano. Con frecuencia también, somos testigos de reclamos de los políticos de mayores espacio en la estructura gubernamental como si tuvieran realmente la voluntad de participar en el esfuerzo para cargar con la responsabilidad gubernativa pero lo que en realidad piden, son cargos desde donde puedan afianzar sus pretensiones electoralistas y esa son las luchas de cada día. Nuestros "líderes" no se compadecen de este pueblo que ha sufrido a través de toda su historia, desde su nacimiento como Estado republicano, los más graves infortunios y hasta hoy, pareciera como si hubiera perdido la brújula, de las manos de improvisados gobernantes, salvo honrosas excepciones, pero que no son suficientes, para cambiar el rumbo hacia un verdadero destino como el que anhelamos la mayoría de los paraguayos. Este país probablemente sea uno de los pocos si existieran otros, donde se interpreta la constitución nacional, no ante una encrucijada de grandes amenazas a la seguridad nacional, sino para satisfacer ambiciones bastardas de políticos insaciables que en un solo periodo de gobierno desde su condición de humilde empleado, se convierten en magnates y a pesar de ellos, con falsas argucias y entre compinches, fabrican instrumentos para torcer la ley suprema de la nación, para favorecer sus mezquinas ambiciones sin importarle la vileza de su artera traición a nuestro sufrido pueblo.
Si bien tenemos una historia de grandezas y de glorias de la misma forma tenemos otra de grandes decepciones, pero lo más triste que nuestros actuales"lideres" no tienen la misma fortaleza que demostraron aquellos protagonistas de las glorias nacionales, para intentar curar tantas heridas del pasado y superar las decepciones que todavía hasta hoy día, seguimos como pueblo, como sociedad, rumiando, hasta a veces impotentes y hasta con amargura.
Entonces queridos amigos y compatriotas. ¿Dónde buscar el país que queremos? Busquémoslo en las fuerzas ciudadanas, esas fuerzas son nuestras, está en nuestra mente, en nuestras ideas y en nuestra voluntad. No lo busquemos en los discursos que arrean o arrebatan, más busquemos en quienes han dado muestra fehaciente de que son capaces de atender y escuchar la voluntad de su pueblo y por sobre todas las cosas, dispuesto a respetarla. De esta manera, podremos construir el Estado soberano que reúna las condiciones de preservar sus intereses y allane los obstáculos para incorporarse en igualdad de oportunidades con los demás Estados de la región, a los grandes desafíos de la globalización, en donde la carrera es, de velocidad y tiempo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario